venerdì 4 aprile 2014

Las fuentes de energía renovable

Las fuentes de energía renovable se llaman así porque son ilimitadas en el tiempo o porque son capaces de regenerarse con una rapidez mucho mayor respecto a aquella de su consumo por parte del hombre. Incluyen combustibles vegetales (madera), el sol, el agua, la energía geotérmica (calor que sale de la corteza terrestre) y el viento. El sol es inagotable, no contamina y no produce residuos pero es una fuente de energía no continua, porque está expuesta a los ciclos día/noche y a las condiciones atmosféricas. Para explotar la energía solar se utilizan los paneles solares puestos, por ejemplo, sobre los tejado de las casas. Ellos aprovechan una energía térmica que se utiliza para calentar el agua y toman de hecho el nombre de paneles solares térmicos. Otro modo para obtener la energía solar son las células fotovoltaicas que adquieren las propiedades del silicio; este material, cuando recibe los rayos solares, es capaz de producir energía eléctrica. Las calculadoras que funcionan con la energía solar, por ejemplo, utilizan este tipo de tecnología así como los paneles fotovoltaicos instalados sobre los tejados de las casas. El viento es ilimitado, no produce residuos y no contamina pero desafortunadamente solo algunos lugares son aptos para la instalación de las plantas de energía eléctrica que necesitan superficies muy anchas y ventosas. Actualmente, gracias a la tecnología moderna es posible instalarlas en lugares impensables hace poco tiempo como por ejemplo en el medio del mar (los dichos off-shore).
Desde hace miles de años el hombre utiliza la energía cinética producida por la circulación del agua en los ríos pero es solo desde al principio del siglo XIX que, con el uso de las turbinas, se puede transformar la energía eléctrica, llamada también hidroeléctrica por su origen. Penetrando en el interior de la corteza la temperatura sube más o menos 30° C por cada km de profundidad. Toda esta energía geotérmica es bastante dispersa y está situada en profundidades elevadas; son excepción algunos puntos donde se crean unas cisternas o yacimientos geotérmicos a menor profundidad (por ejemplo en Lardarello, en Toscana). Estos últimos son explotables tanto para la producción de energía térmica para la calefacción como para la producción de energía eléctrica. Las biomasas vegetales (madera y combustibles que derivan de esas, como el pellet) no están presentes de manera homogénea en todo el Planeta pero son tendencialmente ilimitadas, a condición de que el corte de bosques y forestas sea hecho con ritmos compatibles con el tiempo natural de crecimiento de las plantas.

La cocina andaluza

La cocina andaluza está influenciada de manera muy fuerte por sus características histórico-geográficas. La gran variedad de productos y materias primas, unidas por la antigua tradición culinaria y por la fantasía de las técnicas modernas, llevan a la creación de una cocina rica y sabrosa.
Los elementos típicos de la cocina andaluza son:
  •       el aceite de oliva extra virgen, ampliamente usado crudo y para freír (los mejores provienen de las zonas de Granada, Sevilla, Córdoba y Jaén);
  •       los embutidos, de gran calidad, como salchichones,  salchichas y las típicas salchichas blancas (entre los más conocidos está el jamón ibérico de la zona de Jabugo);
  •     los vinos, especialmente los de Jerez, Málaga, Mantilla-Moriles y Huelva que se conocen en todo el mundo.



El plato típico más famoso de la comunidad autónoma de Andalucía, sin ninguna duda, es el gazpacho. Se trata de una sopa de verduras fría preparada con pepinos, tomates, pimientos, condimentada con aceite, vinagre, ajo y servida con hielo.
Es un producto rico de aromas, ligero, nutriente y refrescante. Existen diferentes variantes de gazpacho con varios nombres como por ejemplo: ajoblanco, salmorejo, porra antequerana y pipirrana. Aquí está la receta del gazpacho:


Ingredientes para 4 personas:


6 tomates maduros, grandes y jugosos
2 pimientos verdes
1 pimiento rojo
1 pepino
1 corazón de cebolla grande
1 diente de ajo (opcional)
2 rebanadas de pan duro sin corteza
Sal, aceite de oliva extra virgen, vinagre



Tiempo de preparación: 20 minutos


      Preparación:
    1.       Poner las rebanadas de pan en agua dentro de un bol, añadir un poco de sal y aceite.        Dejar reposar.
2.       Pelar y cortar en trozos los tomates, los pimientos (sin semillas), el pepino, la cebolla y el ajo. Mezclar todos los ingredientes.
3.       Poner los ingredientes en una  licuadora eléctrica, añadir un poquito de agua y triturar hasta que se consiga obtener una crema. Añadir el pan embebido de agua y vinagre y seguir licuando hasta que se obtenga un conjunto homogéneo.
4.       Añadir agua fría y mezclar bien. Probar y verificar que tenga las cantidades justas de sal y vinagre
5.       Utlizar un colador para eliminar residuos de piel de pimiento.
6.       Añadir más agua en el caso se necesite; tiene que resultar una crema líquida. Poner en la nevera hasta que tenga la temperatura deseada. Antes de servir, condimentar con un poco de aceite de oliva extra virgen y mezclar con una cuchara de madera.
7.       Servir con acompañamiento de cubitos de pepino, pan, pimiento y cebolla. Poner los acompañamientos en pequeños platos de manera que los comensales puedan servirse como quieran.